sábado, 6 de julio de 2013

Unas páginas que no olvidarás.

Ahora este blog parece que está dedicado a los libros. xD Será el calor que nos da ganas de quedarnos en casa sin movernos. Jajajajajaa
Ya os presenté que tenía un proyecto de novela en mis manos, pero no es del todo cierto, son 3.
Uno ya está terminado y es más corto de lo que hubiese querido hacerlo, pero era para un concurso y no pude presentarlo, por eso os lo adjunto aquí, me gustaría que opinaseis y valoraseis la historia, la forma de escribir... Todo lo que se os ocurra para que pueda escribir mejor.


Aquí os lo dejo:


Unas páginas que no olvidarás.

La vida es más simple de lo que parece. Solo hay que soñar y cumplir tus sueños sin importar lo que piensen los demás. Cantar como si nadie te escuchase, bailar como si nadie te viese, amar como si nunca te hubieran herido… Si me lo hubiesen dicho antes no habría sufrido, habría sido la mujer más feliz de este estúpido mundo, pero no puedo cambiar mi pasado, me cambiaría a mi misma, no sería la chica que soy hoy en día, tal vez mucho más ingenua y despistada, mas de los errores se aprende ¿no? Puede que dentro de unos años mi historia llegue a ser más conocida de lo que yo misma pueda imaginar, o que simplemente desaparezca totalmente excepto para mi hija, a la que algún día le enseñaré como su madre tuvo que convertirse en una adulta hecha y derecha.
Todo empezó a mis trece años, cuando mi madre murió en un accidente por culpa de un borracho al que le dio por coger el coche. Yo solo era una cría, solo acababa de empezar el instituto, necesitaba todo su apoyo pero no pudo estar ahí conmigo, mi padre me abandonó al poco de enterarse de que mi madre no volvería, se suicidó de un tiro a la cabeza que yo presencie, me dejó a mi suerte. Todos mis tíos y primos intentaron sacarme una sonrisa con regalos, alojamiento y comida, mas su pena por mi me impedía ser todo lo feliz que podría haber sido, aguante esa tortura tres años hasta que por fin pude trabajar a tiempo parcial en un café, me mantenía ocupada y ganaba el suficiente dinero como para vivir sola, era todo lo que podía pedir. Nadie pensó que podría llegar a ser tan madura en aquel momento: iba al instituto, volvía a casa, me preparaba la comida y comía, me dirigía al café para trabajar desde las cuatro hasta las once de la noche, cuando terminaba mi jornada laboral regresaba a casa, pedía una pizza o cualquier cosa y estudiaba hasta las cuatro de la madrugada, dormía tres horas, a las siete limpiaba, recogía la casa, me preparaba para las clases y otra vez la rutina.
El fin de semana tampoco era muy relajado: me levantaba a las ocho, barría, fregaba, me iba a hacer la compra, daba clases particulares a gente de cursos más bajos que yo durante cinco horas y otra vez al café para trabajar, todo esto era un sábado normal, sin salir de fiesta, ni emborracharme como el resto de compañeros de clase. Además no era una persona muy sociable, que digamos. Siempre intentaba huir de la gente, la muerte de mis padres me afectaba, mi padre debía soportar el dolor y recordar que tenía una hija, en vez de eso decidió huir de todo, desaparecer, gracias a él fui a siete psicólogos distintos, intentando diagnosticarme porque no confiaba en nadie, ni en mi propia familia.
Mi vida era horrible, solo los domingos podía descansar y dormir hasta las cuatro de la tarde, comer y leer un libro, hasta que recordaba todo lo que tenía que estudiar. Terminaba los pocos deberes que no había finalizado el viernes y dormía nueve horas del tirón.
Nadie me entendía, todos decidieron alejarse de mí como si pudiesen romperme o traumatizarme más de lo que estaba. Solo una persona intentó acercase a mí y solo él consiguió devolverme la cordura que había perdido junto con mis padres.
Era un día normal de instituto cuando nos conocimos, yo ya había oído hablar de él, el chico más popular de la escuela, un chico malo, alguien que no había repetido jamás, pero que aprobaba casi gracias a la suerte. Yo iba a toda prisa por el pasillo cuando tropecé y todo mi trabajo de física se esparció por el aire como si lloviese, él se interpuso entre mí y el suelo, haciéndose más daño del que me habría hecho yo.
-¿Estás bien?-Me acarició su voz.
-S-Sí, p-pero tú…-Tartamudeaba mientras veía como su brazo empezaba a enrojecerse por el golpe.-Deja que te ayude, es lo mínimo que puedo hacer.
En un momento recogí los veinte folios, le ayudé a levantarse y le pregunté su nombre.
-Me llamo Jorge, tú eres Sofía, ¿me equivoco?-Me respondió.
Era algo increíble que alguien se hubiese fijado en mí, así que sorprendida, le miré y le sonreí. Era la primera vez desde que empecé el instituto que no me sentía estresada, era una sensación desconocida para mí en aquellos tiempos, era feliz.
Desde ese momento empecé a verle más a menudo, quedaba con él antes del trabajo y a veces, después de este. En esos momentos era libre, era como si mi vida fuese normal, como si no me hubiera quedado huérfana y tuviese que valerme por mi misma. Le fui conociendo mucho más y no era el típico estudiante que vaguea en clase porque no entiende nada, él lo entendía todo a la mínima, solo tuve que demostrarle que si no mejoraba sus notas, el resto de compañeros no lo intentarían. Así que en un examen logré que la nota media de una clase entera aumentara. Solo era una reacción en cadena, mueves una ficha y todas a su alrededor se balancean. En pocas semanas, todo cuarto tenía unas notas por encima de sus posibilidades.
Ninguno creíamos que un simple chico pudiera hacer mejorar a un curso entero, pero él no era un chico cualquiera. Era inteligente, atento y muy guapo, todas las chicas de mi clase hablaban de él con esas miradas de admiración, queriendo salir con él a toda costa y lanzándome miradas asesinas al enterarse de que le ayudaba con los estudios y le conocía como si fuésemos viejos amigos. Nadie se había preocupado de conocerme hasta que le conocí, en un segundo me hice la chica más popular de todo el corredor, aún no entendía nada, pero parecía que podría llegara a ser una estudiante más, sin ataduras psicológicas, pero la fama y la popularidad son un veneno que me consumió nada más entrar en contacto con ellos. Él me despertó de aquella pesadilla de “amigos” y “admiradores”.
-¡Sof!
-¿Jorge?
-Dime que estas bien.
-Lo estoy, ¿pasa algo?
Un hormigueo recorrió mi cuerpo como un relámpago. Su padre había sido asesinado. Él estaba irreconocible, despeinado, como si por una vez su imagen no le importase, con las mejillas de un rojo igual que el de sus ojos. Había llorado, pensé que él jamás lloraría, cuando me contó lo ocurrido no pude creerme que yo hubiese llorado como lo hacia Jorge en ese momento. Fue muy duro para los dos, Jorge no podía creérselo, lo negaba, le asustaba la idea de que ahora su madre se hubiese quedado viuda y de que él ya no tuviese padre, dejó los estudios y decidió salir a la calle, se estaba volviendo loco.
Aun le debía un favor, él me había sacado de la locura, ahora me tocaba sacarle a él.
Intenté que razonara, fue inútil, lo intenté todo pero seguía traumatizado, yo solo quería que se diese cuenta de que la muerte es algo que nos llega a todos, y que siempre habrá alguien que nos quiera, ya que eso me lo había enseñado a mi hace tiempo, acabé dándome por vencida pero no quería que esto acabara así, desesperada rompí a llorar sin darme cuenta de que lo estaba haciendo… Alguien me tapo con una manta, me abrazó por la espalda y me dijo:
-No te preocupes.
Miré hacia atrás sorprendida y allí estaba, el único loco que dejaría a un lado sus problemas para intentar sacarme una sonrisa. Jorge.
-Estúpido.-Le dije mientras le miraba a los ojos dulcemente.
Me secó las lágrimas, me acarició el pelo, se acercó a mí y me susurro al oído:
-No llores más, ya lloraste suficiente por culpa de tu familia, no quiero que llores más por mí.
-Como quieres que no llore por ti si eres mi única familia.
Desde entonces no nos separamos, él me apoyaba y yo a él, no teníamos problemas, y cada vez que estaba a punto de derrumbarme, me miraba directamente a los ojos y me daba un beso de esos que solo puedes describir con una palabra:
INOLVIDABLE.
Escrito por Irene García Arias.

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